La historia de la presa del Tranco
por Julia Campos
Tanto nos hemos acostumbrado ya a la bella estampa del Tranco y sus alrededores, que uno olvida a veces que nuestro “mar interior” no siempre estuvo ahí. La historia de la presa del Tranco es larga y tortuosa; y (como siempre que se mete mano a la madre naturaleza) no exenta de conflictos.
La construcción de la presa del Tranco atendió a varias razones (el riego y la producción de energía eléctrica, principalmente) que siguen estando vigentes hoy día. Aunque ahora se ha de sumar un nuevo uso, el turístico, que está en auge. Bien lo demuestra el éxito del Centro de Ocio y Turismo Activo El Tranco.
Las obras se prolongaron durante casi veinte años y sufrieron diversos parones. El lugar, conocido como el tranco de Mojoque, era uno de los pasos de montaña más peligrosos de la sierra. Te contamos un poco de todo ello a continuación para que, cuando vayas a visitar el embalse del Tranco, seas capaz de verlo con nuevos ojos.
El lugar
El espacio donde se asienta el embalse del Tranco cubre 1.500 hectáreas del valle del Guadalquivir. Antaño, la vega estaba repleta de pequeñas aldeas y cortijos, como Bujaraiza, un lugar apasionante, casi como si fuera el mismo Valle de San Fernando en Los Ángeles, solo que ahora solo está presente en el recuerdo colectivo. Aunque algunos remansos salen a veces a flote, para evitar que olvidemos. Cuando el nivel del agua es muy bajo (como, por desgracia, lo ha sido este año) puede verse emerger la torre de Bujarcáiz.
Lo que sí vas a ver siempre es el castillo de Bujaraiza, situado en la isla Cabeza de la Viña. Cuando el agua rodea por completo la isla, este promontorio con su castillo dan al embalse cierto aire de lago escocés, de forma que casi esperas ver emerger de sus aguas a Nessie. De todo esto tendrás constancia si realizas la ruta de senderismo de Bujaraiza (aunque no prometemos que encuentres ninguna criatura).
El camino hoy en día es fácil; pero antiguamente por aquí pasaba uno de los senderos de montaña más estremecedores del país. Crónicas del lugar lo describen como un paso estrecho, formado por maderos sobre el precipicio, imposible de atravesar “sin marearse o sin experimentar al menos un grande estremecimiento de horror”.
Las primeras ideas
Se tiene constancia de que ya en el siglo XIX hubo quienes soñaban con la construcción del embalse del Tranco. Aunque no sería hasta 1902 cuando se idearon los primeros planes de obras y hasta 1927 cuando por fin se aprobó el proyecto. La intención era proveer de riego a unas 10.000 hectáreas necesitadas de agua en la zona.
Sin embargo, las obras se fueron demorando debido a la falta de financiación. Al final hubo que esperar a 1930 para comenzar la construcción, lo que alargó la historia de la presa del Tranco hasta bien entrados los años 40.
La construcción
Con la aprobación del proyecto, se procedió a los preparativos de las obras y a la expropiación de las tierras adyacentes. La aldea de Bujaraiza, los cortijos aledaños y múltiples tierras de cultivo empezarían a ser anegadas pronto, por lo que debían ser desalojadas.
Paralelamente, se construyó un poblado donde irían a vivir los trabajadores de la presa. El poblado del Tranco sigue allí, habitado por algunos descendientes de aquellos trabajadores, aunque no cuenta con el esplendor de entonces. En la época de la construcción de embalse, El Tranco llegó a tener comercios, escuela e iglesia propios. Si quieres visitarlo, puedes aprovechar para hacerlo después de hacer la ruta de senderismo a orillas del Tranco.
El trabajo empezó en 1930 y fluyó sin descanso hasta 1935. Para entonces, el clima político y económico era tan vulnerable que hubo que paralizar las obras hasta después de la Guerra Civil. Comenzaron de nuevo en 1940 y, al fin, tras cuatro años más, pudieron cerrarse las compuertas y empezar a acumular agua.
La inauguración se haría dos años después (para que luciera bonito, claro), a finales de mayo de 1946.
Las consecuencias
En aquel momento, recién inaugurado, el embalse del Tranco se alzó como la mayor obra de este tipo en Andalucía. Ocupaba, además, el segundo puesto en España y el tercero en Europa (un palmarés envidiable); y no eran los únicos records que ostentaba.
La altura de su presa, de 95 metros, también era notable. Así como el hecho de que junto a ella se construyera la primera central hidroeléctrica subterránea de España, que quedaba 30 metros por debajo del cauce del río. Además, si paseas por allí, verás también el elevador que permanece al lado derecho de la presa y que servía para conducir los troncos que se guiaban por el Guadalquivir en los últimos años de “las maderadas”.
Los cambios en el paisaje fueron notables, pero no los únicos. La construcción de nuevas carreteras, el desalojo y realojo de los habitantes de la zona, la disminución de la ganadería… dieron lugar a la zona que hoy conocemos. Para bien o para mal, el turismo empezó a florecer en El Tranco y, con ello, el modo de vida de sus habitantes cambió drásticamente.
En su momento, la construcción del embalse del Tranco contaba, seguro, con defensores y detractores. Hoy en día, no parece que haya ninguna duda de que este lugar es una fuente de vida en el Parque Natural de Cazorla, Segura y las Villas. Dejar perder la vista en ese horizonte de azul y verde es el final perfecto para una jornada de turismo en estas sierras.
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