Tesoros escondidos del embalse del Tranco
por Antonio Mudarra
A lo largo de la geografía española hay multitud de embalses que aguardan nuestras aguas. Todos tenemos en mente alguno cercano a nuestro pueblo o ciudad. En su mayoría representan una gran obra de ingeniería y su construcción han dejado atónitos a muchos por su complejidad y el lugar donde se asientan. Está claro que el agua está a buen recaudo y gracias a ello podemos decir que nuestro país está bien servido.
De norte a sur, de este a oeste… los encontramos en abundancia y con características de todo índole. ¿Sabías que el de mayor capacidad es el de La Serena, en Badajoz? Tiene una capacidad de 3,2 billones de litros de agua. Pero en el Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas no nos quedamos atrás, y es que ¡el Embalse del Tranco es uno de los más grande de Andalucía! Tiene casi 500 hectómetros cúbicos de capacidad.
El Tranco, conocido tiempo atrás como el Tranco de Monzoque, era un paso sobre el río Guadalquivir de difícil acceso y situado en una elevada risca repleta de veredas y con grandes precipicios. Bajo sus aguas, construcciones sumergidas como cortijos, huertos, senderos… restos de lo que antaño fue una zona habitada por familias que buscaban en la tierra y el ganado su principal sustento.
No debemos olvidar la huella que ha quedado en estos parajes y, que aunque las aguas del embalse han intentado borrar, quedan aún presentes en nuestra memoria. Es el caso del poblado de Bujaraiza.
¿Quieres conocer algunos de los tesoros que persisten en sus orillas?
#1 Poblado del Bujaraiza
Tomando la carretera que va desde nuestro Centro de Ocio El Tranco hasta Coto Ríos, encontramos uno de los muchos miradores que hay en el embalse del Tranco. Uno de ellos, es el mirador Aldea de Bujaraiza emplazado en una zona donde hace una décadas vivían los aldeanos de Bujaraiza. Se trataba de un tranquilo núcleo de población y que junto a Hornos de Segura, era uno de los más importantes de la zona.
Allá por los años 50 tuvo lugar su completo abandono y el exilio de sus vecinos debido a la construcción del embalse. Las casas fueron desmanteladas y derribadas, dejando pocas señales de la aldea. Decenas de personas tuvieron que trasladarse, principalmente, a la aldea de El Calonge en Palma del Río o al pueblo de Espeluy.
La noguera cuyas hojas aún bailan al viento, era el lugar de reunión preferido para la juventud. Echando una mirada alrededor vemos pinos, fresnos, cipreses, acacias, higueras… Fueron plantados en el lugar donde se emplazaban varios núcleos de casas.
Como curiosidad, los aldeanos aprovechaban las calurosas noches de veranos para dormir a la intemperie, entre largas conversaciones, bromas y risas que servían para paliar la dureza de su día a día. Juegos como los bolos serranos, canciones, platos típicos, el antiguo molino….muchas tradiciones y un legado difícil de borrar, persistente gracias a la transmisión de generación en generación.
#2 Ruinas de la Iglesia de San Miguel
Sobre el idílico entorno donde se situaba el poblado, permanecen los restos de la Iglesia. Aunque el techo fue tirado (los paisanos dicen que para encargarse de que nadie pudiera vivir aquí) es el único edificio que ha quedado y uno de los tesoros de la zona.
La capilla de La Aldea fue construida a finales del siglo XIX. Su pila bautismal de Las Canalejas se localiza actualmente en su vecina Cortijos Nuevos. Situada sobre una llanura, desde aquí podemos observar unas privilegiadas vistas.
Sin duda se trata de una construcción sencilla pero aún en pie y testigo de los acontecimientos que hace unos años tuvieron lugar en este paraje. Cuentan que los domingos, los aldeanos tenían que dejar sus labores para reunirse y escuchar así los sermones del cura (cita obligatoria y que nadie se podía perder).
Junto a la Iglesia, un cerco de casas conocido como “Las Tinás” formaban la plaza de la aldea. Lugar de “los tablaos” para celebrar la fiesta de San Miguel toreando vaquillas. Desde el barrio de las Olivillas las mocicas asomaban para ver pasear a la gente por las calles hacia las tierras bajas, comunicándose casi a voces unos con otros.
Para rememorar sus fiestas, familias de Espeluy vienen a este lugar para celebrar la romería de San Miguel, recordando sus orígenes y rememorando a sus antepasados. Una buena ocasión para regresar a la tierra que les vio nacer.
Podemos acceder hasta ella cogiendo un camino cercano al mirador Aldea de Bujaraiza que nos llevará hasta allí. Una buena ocasión para practicar senderismo en este bello entorno y conocer más sobre su historia.
#3 Antiguo cementerio
Dejando atrás el desvío que lleva al emplazamiento del Bujaraiza y junto al mirador de los Cerrillos, encontramos el cementerio. Rodeado por un espeso bosque y situado en una ladera (es por esta zona donde se empezaron a traer ciervos décadas atrás). Digamos que es el segundo cementerio de la Aldea, pues el originario se localizaba en la parte de abajo, en la zona cubierta por las aguas del embalse. Sin embargo, sus restos aún pueden ser visibles en época de estiaje.
Cuando el viajero llega a este humilde cementerio fabricado por piedras trabadas con cal y cemento, le cuesta entender el hecho de que al expropiar sus tierras no se trasladara los cuerpos de los difuntos del antiguo cementerio a este.
El cementerio es un ejemplo más de las sencillas construcciones de los serranos que habitan estos parajes y que, aunque muchos de ellos tuvieron que abandonar sus raíces, otros han quedado fundidos en la tierra que les vió nacer.
#4 Torre del castillo de Bujarcaiz
El antiguo castillo medieval se alza sobre una isla que formaba una colina junto al cauce del río Guadalquivir. Aunque no hay constancia de la época exacta de su construcción, se cree que data del siglo XII. Es un ejemplo de la extensa red de fortalezas que aún permanecen por las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas, como las fortalezas de Cardete, el de Segura de La Sierra o el de Hornos.
Catalogado como Bien de Interés Cultural en la década de los ochenta, destaca su Torre del homenaje en un recinto amurallado compuesto por mampostería y mortero de cal. El tiempo y la maleza no han conseguido borrar la huella de este impresionante edificio cuya localización ha servido para no quedar bajo el agua y en el olvido. ¡Eso sí! Se encuentra bastante deteriorado.
Desde el mirador de Félix Rodríguez de La Fuente podmeos disfrutar no sólo del castillo, también de unas vistas inigualables de todo lo que este paraje nos aguarda. Un territorio que tiempo atrás fue Coto Nacional de Caza y donde el Franco aprovechaba sus ratos libres para cazar magníficos ejemplares de ungulados.
#5 Termas Romanas
Ahora toca alejarnos de la zona del Bujaraiza y lo hacemos para trasladarnos a la parte norte del embalse, dirección a Hornos de Segura. Bajo sus aguas se esconden unas ruinas que ha simple vista no nos podemos imaginar de qué se trata: si de un cortijo abandonado; una antigua fábrica; un establo… pero más allá de estos posibles casos y aunque con el paso del tiempo también han podido tener esta función, estamos hablando de unas termas romanas con muchos siglos de historia.
Hoy en día se ha documentado poco sobre estas, pero sus restos hacen creer que se trata de una villa de la época del Bajo Imperio. Conocidas como los Baños de La Laguna, aún se pueden apreciar sus bañeras, así como piezas de cerámica y antiguas lápidas. Sin duda han sido testigo de todo lo que ha ido aconteciendo por la serranía segureña.
En la actualidad, se puede realizar un paseo en barco solar dirección a Hornos, cerca del lugar donde se sitúan.
#6 Antiguos Cortijos
Antes de la construcción de la presa, allá por los años 40, un gran número de cortijos y construcciones se situaban en lo que ahora está cubierto por el agua. Algunos solo pueden ser visibles en época de sequía. Otros, permanecen en los márgenes del embalse pero no evitaron ser abandonados.
Fueron el hogar de muchas familias y hoy en día se encuentran escondidos entre olivares y frondosos bosques, visibles para los viajeros decididos a recorrer las pequeñas sendas del bosque y descubrir los vestigios abandonados de un territorio lleno de vida.
Algunos de estos ejemplos son el Cortijos de Los Parrales o el Cortijo del Chorreón, accesible si coges el sendero que va del Tranco a la aldea de Caña Morales. En el mirador Solana de Padilla, por el camino que hay a la derecha y atravesando el olivar, los escondidos Cortijos del Cerezuelo, lugar habitado por los animales que merodean la zona.
Ven a conocer la historia de Bujaraiza de primera mano. Sólo tienes que acercarte hasta el embalse del Tranco y sentir las vivencias y tradiciones que un día atrás formaron parte de cientos de familias que hicieron de este lugar su hogar.
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