Ruta del Charco de la Pringue en el Guadalquivir
por Julia Campos
Hay veces en las que el nombre de un paraje es tan prometedor, que al conocerlo se nos caen las expectativas. Y veces en las que ocurre todo lo contrario.
Al oír hablar del Charco de la Pringue, uno podría pensar que no se trata más que de una balsa de agua sucia. Nada más lejos de la realidad. Nunca el nombre de un paraje había llamado tanto a engaño; pues el Charco de la Pringue, en realidad, es una preciosa piscina natural enclavada en el cauce del Guadalquivir, de aguas cristalinas y turquesas.
¿Por qué entonces este nombre? La leyenda cuenta que un burro cargado de pellejos de aceite cayó al río mientras transitaba por una senda estrecha; de ahí que el lugar también se conozca como el Charco del Aceite.
Este enclave se encuentra en plena Sierra de las Villas, a menos de 7 kilómetros del Centro de Ocio y Turismo Activo El Tranco. Para llegar, basta con seguir la misma carretera en dirección a Villanueva del Arzobispo. A los 6 kilómetros aproximadamente encontraras el cruce, a la izquierda, señalizado como Charco del Aceite.
En verano, el lugar invita al baño; aunque tendrás que atenerte a codearte con un buen número de “domingueros”. El resto del año, además, es un paraje perfecto para practicar el senderismo.
La ruta del Charco de la Pringue forma parte de la sexta etapa del Sendero de Gran Recorrido Bosques del Sur (GR-247). En esta etapa, el trayecto discurre en gran parte junto a las aguas del río Guadalquivir. Este es el recorrido que te describimos a continuación y te invitamos a descubrir con nosotros. Toma nota.
El inicio del camino y el mirador en la roca
Justo al lado del kiosco del área recreativa, se encuentra el inicio de la ruta del Charco del Aceite, de unos 7 kilómetros de longitud. Empezarás caminando en paralelo al río Guadalquivir, atravesando la vegetación de ribera compuesta por fresnos, adelfas, mimbreros y durillos.
Si prestas atención al río, puede que descubras alguna trucha común, la reina de estas aguas. También podrás ver bogas y barbos. Aunque la palma se la lleva, si consigues avistarla, la escurridiza nutria.
Detente un momento en la gran roca que sirve de mirador junto al cauce del río. Desde allí obtendrás una de las vistas más bonitas del paraje, rodeado de frondosa vegetación.
El Puente de los Agustines: tierra de aventuras
Siguiendo siempre los pasos del Guadalquivir, dejarás atrás el área recreativa para encontrarte en la carretera JH-7155. Allí debes cruzar el Puente de los Agustines, punto de partida de las actividades de turismo activo de la zona. Si vuelves en verano, podrás realizar aquí el descenso en kayak del Alto Guadalquivir, donde la diversión y la emoción están aseguradas.
Tras cruzar el puente, para que no olvides por donde andas, te espera un mural que representa las diferentes carreteras y parajes de la zona. Continúa caminando unos 50 metros más hasta llegar, a la derecha, a una pista de tierra que cruza el arroyo María y empieza, aún en paralelo al río, a ganar altura poco a poco.
Impresionantes vistas en la Ermita de la Hoz
Empezarás a adéntrate en un terreno de olivares; intercalados con zonas de pinar, nogales y encinas. Presta atención al camino, pues no estás solo. Tranquilo, nada de presencias paranormales. Te darás cuenta, si atiendes a las huellas que pueblan el lugar, que son habituales los ciervos, cabras montesas y jabalíes.
El sendero continúa hasta la Ermita de la Hoz. Desde allí, un balcón natural se abre para mostrarte unas impresionantes vistas: el pico del Guijarrón, el Poyo de Andaragasca y la Lancha del Tosero.
El camino empieza a virar entonces, ganando altitud mientras asciende por la ladera.
El final en el reino del buitre leonado
Te encontrarás, hacia la mitad, con que la piesta se corta por un desprendimiento. No te preocupes. Aquí se abre una senda que te llevará de nuevo a una pista entre olivares de montaña, con vistas sobre el valle del Guadalquivir.
Poco a poco, la vegetación irá variando. Empiezan a verse pinos negrales y te verás caminando entre enormes paredones de roca caliza. En ellos, habita otro de los emblemas de la fauna del Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y las Villas: el buitre leonado.
El tramo final de la ruta es sinuoso, obligado por los farallones rocosos.
En este lugar, caminando bajo la atenta mirada de los buitres, recordando las antiguas tradiciones como las maderadas, sentirás que formas parte de una cultura ancestral, y que el tiempo pasa muy despacio. Olvídate de las preocupaciones y fúndete con el paisaje practicando senderismo en la ruta del Charco de la Pringue.
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